martes, 14 de mayo de 2013

“El mito de la Yakana”


Había una vez una llama que estaba sola en el mundo, sin nadie que la acompañara, su nombre era Yakana. Siempre en las noches miraba el cielo y decía “que lindo seria estar compartiendo con esos puntitos blancos”

Un día la llama tenia mucho frío y le pide a la luna que le ayudara a soportar el frío y ella le regala un hermoso manto blanco. 

La Yakana, sorprendida con esto, desea muchas mas cosas, pero la luna le dijo   -“piensa bien lo que desearás”-, entonces la Yakana pasaba pensando cada día y noche en un deseo que valiera mucho y esperaba que apareciera la luna para pedirle, pero  esta no apareció en mucho tiempo. Un día la llama casi muriendo de sed, le pide auxilio al sol y él le brinda un manantial para que se refresque, pero con la condición de que ella tome agua en la noche y sin el manto blanco que le regaló la luna. Además le dice que si no toma esa agua diariamente, el mundo se hundiría por y todos morirán. La llama acepto muy feliz. Llegaban las noches, y la Yakana como era de costumbre iba a tomar agua, una vez se le quedo el manto al lado del manantial y al otro día ya no estaba, la luna apareció y como era tan buena le dio uno, pero siempre se le quedaba así que todos los días le regalaba uno de distinto color para que no tuviera frío.

 Era tan amigo del sol y la luna que ellos le propusieron que fuera a vivir con ellos al cielo y como era su sueño quiso de inmediato, pero con el compromiso de venir todas las noches a visitar su mundo. Una noche, un hombre encontró el manto de la Yakana y asombrado con su esplendor, se lo fue a devolver, pero ya no estaba. El hombre era muy humilde y como vio ese manto tan hermoso lo fue vender y le trajo mucha riqueza. Desde ese día el hombre adoraba a la Yakana todos los días y le hacia culto justo en el lugar que la vio. 
De repente la Yakana se encuentra alado del hombre, él atónito le pregunta -¿y tú de dónde eres?- Y ella le apunta las estrellas con su hocico, le entrega el manto sin que la luna lo sepa y emprende el vuelo al cielo. El hombre queda sorprendido, y decide agradecer a la Yakana por toda su vida, teniendo  una llama macho y otra hembra en su representación, para cuidarlas y adorarlas como la Yakana, además dibuja en las piedras en honor a este animal, para que su ejemplo siga vivo y quede en nuestras vidas para siempre. 

Cuento hecho para Culturas Originarias de Chile, 2012 

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Doy mi corresponsal agradecimientos a Israel Ramirez y Marjorie Mella, Por su colaboración y participación en este humilde cuento.-                

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